lunes, 7 de septiembre de 2009

Extracto de una conversación en el café Havanna del centro de Mendoza

¡Qué rápido hablaban esos changos!

-Pero tengo miedo
-¿Se puede saber de qué?
-Sabés que no sé. Es una sensación rara. Como si una rana quisiera salírseme del pecho. Yo quisiera disfrutarlo pero me gana la ansiedad.
-¿Pero no dijiste que era miedo?
-Bueno, pueden ser ambas cosas.
-Tomátelo con calma, me parece que nunca te dejás disfrutar las cosas, incluso creo que te boicoteas. Sos tu principal enemigo. Tendrías que dejar de vivir…
-… dejar de vivir en la zona de la razón. Siempre dando esos consejos. Si fuera tan fácil salirse de un modelo que uno tiene incorporado y que muchas veces ni alcanza a distinguir. Es fácil decir “hacé esto, hacé esto otro”. Yo tengo otra persona que me asusta adentro. Me comí un enemigo.
- No hables pelotudeces. Solamente tenés que dejar de hacer algunas cosas.
-Pero tengo miedo.
-¿Miedo de qué?
-Pfff..., las variedades de cosas a la que puedo temer. Es como encender la mecha de un cohete en navidad. Es hipnótico, el olor acre, como va subiendo la chispa. Es como ver a alguien que va a chocar contra un poste de luz y no poder hacer nada. Es ser conciente de la magnitud de la desgracia y no poder dar vuelta la cabeza. Cuando iba a la secundaria, en una acequia que estaba en frente de mi casa, había un gato muerto. De esos que son naranja con blanco. ¿Te acordás? Como Suertudo en Alf.
-Jajajaj ¿Cómo vas a sacar a Suertudo de Alf? ¿Vivirá todavía?
-No creo. Bueno el tema es que cada día pasaba y no podía evitar mirar al pobre gato. Como estaba en la acequia lo vi podrirse hasta que sólo quedó el esqueleto. Lo que más recuerdo es cómo las larvas de mosca se lo comieron en 2 días. Después ya era solamente un esqueleto muy blanco. Bueno así es tener miedo: es verse descompuesto todos los días un poco más, hasta que no quede nada.
-Exagerado. Te hacés la víctima. Tenés miedo porque sabés como ha venido la mano antes y tenés miedo de que se canse.
-Sí, ella sabe y yo sé que sabe. Ella también tiene miedo que sea como antes.
-Pero antes, ¿qué pasó? Contame bien porque conozco poco.
-Era un momento distinto. Creo que necesitaba cortar con varias de las cosas que pasaban en ese tiempo. Me da vergüenza porque me parece que abusé de ella.
-Degenerado
-No tarado. No en ese sentido. Me parece que necesitaba saber si alguien me quería en una de mis frecuentes caídas de ánimo.
-Siempre lo mismo. No podés jugar con la gente así. Estás dando vuelta sobre los mismos temas. Volviendo siempre a las mismas mujeres. Evitando conocer gente nueva…
-No, no estoy evitando. Debo decir en mi defensa que nunca encontré alguien como ella. Me siento muy estimulado cuando estoy allá. Es como si realmente pudiera ser otro con ella, como si me permitiera expresar un montón de cosas que no expreso por acá.
-Y eso que estás mejor. Con todo este tema del laburo…
-Sí pero no puedo evitar volver a darle vueltas a las cosas…
-Mmm...
-¿Mmm?
-Tiene razón en tenerte miedo. No es tonta, se debe haber dado cuenta de que no te pasaba lo que decías.
-Sí pero, si es así, ¿por qué siempre quiero volver a hablar con ella?
-¿Te sentís solo?
-No, no es eso. Hace mucho que no me pasa eso. Pero no puedo evitar querer saber que hace. Saber qué dice, si sigue pensando en mí.
-¿Y con las otras te pasó?
-Es con la primera que me pasa. Fijate que con la otra estuve muchísimo tiempo y no me preocupa para nada lo que piense.
-¡Pero intentaste volver con ella!
-Sí, pero no sé que quería demostrar. Supongo que era porque todos la querían.
-Mentiroso. No le eches la culpa a otro, decide la verdad a mí.
-No sé. Si supiera resolvería el problema ¿no te parece?
-No, creo que te hundirías en ello como siempre hacés. Sos muy ciclotímico.
-¡Eso me da miedo también! Jajajajajja
-Ja ja ¡hijo de puta!
-¡Pero es que sí! A ver. Yo te dije que sentí algo terriblemente fuerte la última vez que estuve con ella. ¿Pero por qué antes, cuando vino, no sentí nada?
-Porque, como vos dijiste, era una situación diferente. Me parece que ella te gusta más en su marco que en el tuyo.
-¿Vos decís que no sólo la quiero a ella sino que quiero todo lo que representa ir a verla?
-Algo así. Si ella viviera acá, ¿le hubieras dado bola?
-Creo que no. No sé. No creo que nos hubiéramos cruzado nunca.
-Estoy seguro que no se hubieran cruzado. Yo lo que creo, y en esto supongo que estarás de acuerdo, que ya estás grande y que por primera vez has estado solo. Y creo también que te falta estar sólo un poco más.
-Ajam, ¿y?
-Me parece que eso te ayuda a ver y a sentir qué es lo que querés realmente y que no importe tanto que piensa/dice algún trasnochado. Haceme caso. Dejate disfrutarlo. Tenés la ventaja de que ella no te va a atar a nada, al contrario.
-Sí, sé que eso me encanta de ella. Me conoce bien en eso. Si se pone muy melosa, me voy a ir corriendo. En definitiva creo que me gusta sentir que no la tengo por completo.
-Es una mina viva. Ella te quiere.
-¿Y si no me quiere?
-No seas boludo. ¿Te lo ha dicho 1000mil veces no? Después de las que le hiciste…
-Tampoco fue para tanto, siempre le dije la verdad.
-Sí pero después te arrepentiste.
-Obvio como de todo en mi vida. De la carrera, del trabajo, de mi vocación, de salir, de quedarme, de pelear, de quedarme callado, etc.
-Che, pero siempre con tanto conflicto. ¿Por qué no probas un psicólogo?
-He dicho que voy a ir miles de veces y nunca voy. Otro de mis defectos. Mi falta de constancia.
-Pero, ¿no habíamos quedado en que también alguna virtud tenías?
-Sí. Estoy un poco orgulloso de eso.
-Vos te hacés el boludo y querés todo el tiempo que te estén diciendo “hay qué bueno esto que hacés, hay que lindo que sos, hay que inteligente que sos…”
-Bueno, ¿pero eso no le gusta a todo el mundo?
-Tenés que parar. No podés hacer eso. Después, cuando te volviste el príncipe azul, te sale el bagre. Sos todo un escritor…
-¿Por?
-Siempre has sido un mentiroso.
-A full.
-¿Vamos?
-Dale que se me hace tarde.