viernes, 25 de abril de 2008

Estaba sentado.
Echado en la silla.
Fulgencio miraba la novela (es novelero, sí señores)
Entonces, entró un rayo de sol...
Lo vi venir por el rabillo del ojo. Estaba con la panza en tierra esperando que me descuidara para atacarme.
Sonreí y giré la cabeza para dejarlo acercarse.
Me abrazó despacio, primero, y luego con más ganas. Estaba tímido.

Y sentí con sus dedos, que estaba todo bien. Que las cosas se acomodaban ante mis ojos, de manera tal que todo brillaba.

Me siento bien. Maravillosamente bien.

Fulgencio se ríe de algo. Se ve que el rayo lo tocó a él también.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que hermoso.



si,los tres.




(todoesoqueudyasabe)

Anónimo dijo...

¿Puedo decir que el Sol provoca espasmos de felicidad con la misma gracias? La respuesta seria No.

Por eso el Urbaalo es el Urbaalo.
Hete aqui la magía con la que suele reinventar la simpleza.

Gracias por compartir.

JLM.