domingo, 6 de julio de 2008

¿Y si Fulgencio tuviera razón?

-Hola Fulgencio
-Hola
- ¿A qué no sabe?
-No, no sé. Por su cara, esa cara con mezcla de alegría y melanconlía, estuvo hablando con su musa de nuevo.

Las palabras se me caen de los labios y el silencio se me acomoda ahí, justo en la mueca que forma mi boca. Hago un “pucherito” como dios manda.

-Sí, ¿se me nota tanto?
-Se le nota, se le nota.

Mi enano se ríe. Toma un mate y deja el diario. Lo miro, me mira. De fondo suena una banda inglesa que nunca es preámbulo de buenas cosas.

-¿De qué hablaron?- pregunta Fulgencio- ¿Me sacaron el cuero como siempre?
-No sea pavo. No le saco el cuero nunca. Estuvimos hablando de esas cosas que queremos hacer y que nunca confesamos. Hice hasta una lista. ¿Se la leo?
-Espere que pongo el agua.

Vuelve con la pava y despliego un papelito con las cosas que me gustarían hacer pero que nunca hice:

.Salir a caminar a las 3 de la mañana cuando todos duermen. Escapar casi. Abrigarme (inevitablemente tiene que hacer frío) y salir a pasear. Ver qué color tiene Mendoza de noche. Tomar por la calle San Martín hacia el centro, pasar por la plaza Godoy Cruz, mirar el zanjón. Caminar mirando hacia arriba, observar la parte de alta de los edificios que nunca veo: descubrir balcones y gárgolas ocultas. Cuando vaya llegando la mañana mirar a la montaña desde alguna plaza y tomar un café en algún lugar escondido.
Este deseo se presenta en una variante que implica un auto.

.Me gustaría orinar en un pelotero (¿se esperaban poesía?)

.Siempre quise enterrarme en la arena del mar. No con la arena húmeda que se pega en el cuerpo sino con la arenilla seca que siempre esta a la temperatura adecuada. Me gustaría sepultarme dejando la nariz afuera y absorber el calor. Y sentir el ruido del mar. En el verano, cuando voy a la playa, hay tanta gente siempre que ya no se escucha el ruido del mar: el colmo de los colmos.

.Me gustaría charlar con mi abuelo de nuevo. Sé que me quería pero me hace falta que me lo diga de nuevo. ¿Abuelo vos sabés quién es tu nieto? ¿Estás orgulloso de él? (claro que esta tarea no depende de mí. Necesitaría o morir o que resucitara mi abuelo (y no me interesa morirme abuelo así que ¡ha resucitar se ha dicho!))


-¿Qué le parece?-le digo a Fulgencio.
-Qué tendría que empezar a vivir la vida.

Lo miro con odio, tiro el mate y me voy.

Pero la idea me da vuelta en la cabeza. Esa que reza el título de este post al que nadie, o muy pocos, gracias muchachos, va a leer.
























Maldito Coldplay...

1 comentario:

Anónimo dijo...

y si le hace caso?