martes, 17 de julio de 2007

La fila interminable

"Bueno Fulgencio, cuéntese algo de su vida..."

Mi enano matero me mira y, como es su costumbre, parece a punto de largarse a reír.

"¿Mi vida?" pregunta." Bueno, toda no la conozco. Solo recuerdo los últimos años. Este último decenio he estado tratando de renovar mi Licencia para Vivir."

Me atraganto con el mate. Ahora sí Fulgencio larga la carcajada.

"No se asuste, comenta socarrón. Es que en el país de los enanos materos los trámites demoran.
Le comento; hace como 10 años perdí mi Licencia para vivir. Es un plastiquito verde que tiene mi foto y mi firma. Y es lo único que me autoriza a vivir una vida plena.

Por ahora, mientras espero que me lo renueven, tengo este certificado" me dice enseñándome un papel sucio y plagado de firmas y sellos, carcomido como un tablón de tribuna.

"Mi pueblo tiene una larga tradición burocrática. De hecho para nosotros, mientras más largo es el papeleo, más placentero es."

"Pero", le digo "¿10 años de trámite Fulgencio? ¿No será mucho?"

"No se crea, lo lindo de hacer trámites es que todos sabemos a qué venimos y a dónde queremos llegar. Esta en uno tener la capacidad de llegar aceptablemente, pero la mayoría llega...

Yo todavía me acuerdo de mi primer trámite.... y de mi primer amor de trámite..."

"¿Amor de trámite? ¿Y eso?" (El mate se está enfriando en mi mano)

"Claro le comento". Fulgencio entrecierra los ojos para recordar. Hace evidentemente un esfuerzo físico.

"La conocí de espaldas, como siempre pasa. Ella estaba 5 lugares más adelante que yo en la fila para el certificado de buenos modales. Era alta (para ser enana matera) y más bien robusta. Pero por la forma en que movía sus hombros al esperar, se deducía que era bastante inquieta.

Tenía el pelo enrulado de tal manera que parecía como que miles de serpentinas le habían brotado de la cabeza. Era de color Violeta pálido. No puedo asegurarlo, pero cuando alguien abría las puertas del edificio, me llegaban oleadas del que, creo, era su perfume de trébol.

En ese entonces estaba yo acreditándome para mi primera Licencia para Vivir, así que me pasaba todo el día haciendo cola frente a las ventanillas (y mirándola respirar).

Una tarde, mientras le sellaban una constancia, miró casi imperceptiblemente hacia atrás.

Y me vio

Y la vi.

Al poco tiempo le cedía su lugar en la fila a la gente que venía detrás de ella, de manera tal que pudimos estar juntos para el fin del día.

Todavía recuerdo el verso que le dije:

Alma mía,
Dulce corazón,
No te alejarías,
¡Sin mi autorización!

Algún municipal divino,
Un empleado visionario,
Puso tu nombre y el mío,
En el mismo formulario.

Ya nunca podré dejarte,
Vive con mi ilusión,
¡Mi amor no tiene, amante!
Certificado de defunción.


Fulgencio se ríe. Parece revivir mil años.

"Uno cuando ama, tiende a mentirse. Le prometí amor eterno, hasta la próxima ventanilla. Se alejó de mí cuando nos enteramos que estaba haciendo la fila equivocada....."

No me atrevo a preguntar más. Le paso el mate a mi enano inmortal y cuando vuelve parece que, mezclado con la yerba hay un poco de sal de lágrima.


Inspirado por la interminable fila del registro civil de San José Mendoza.



2 comentarios:

marian's audiolog dijo...

oh las colas..... que lugares inspirativos...... recuerdo haber armado un trabajo práctico completo en una cola en rentas.... que duró como tres horas y media.

lindop bloguete, chicho!!!

marian :)

Anónimo dijo...

su enano matero me está empezando a caer cada vez mejor... y eso que lo conozco hace muy poco... horas, le diría...

sabe rimar lindo..

=)


besos!